lunes, 3 de marzo de 2008

¿Voluntad política para la guerra?

Por Tomás

“Más que la batalla ni la lucha en sí misma, (la guerra es) el espacio de tiempo en el que reina la voluntad de resolver las diferencias por medio de la batalla”. La frase pensada por el filósofo Thomas Hobbes y retomada por el historiador Eric Howsbawm para explicar cuatro décadas de Guerra Fría, bien podría aproximarse a la tensa situación que se vive hoy entre Colombia, Ecuador y Venezuela, en una región (Sudamérica) que a pesar de sus altos niveles de pobreza y desigualdad, en los últimos años se destacó por las relaciones pacíficas entre sus Estados, un bien difícil de encontrar en las zonas más calientes del planeta. Desde el acuerdo de paz entre Perú y Ecuador en 1998, la posibilidad de resolver mediante la guerra los conflictos bilaterales que aún mantienen varios países de la región se había tornado inviable. La violencia se limitó a los enfrentamientos internos, sobre todo en Colombia. Sin embargo, el actual conflicto desatado tras el bombardeo y la incursión del Ejército colombiano en territorio ecuatoriano luego del asesinato de Raúl Reyes (el número dos de las FARC), nos muestra con toda crudeza que el enfrentamiento militar entre países, si bien es improbable, no es una alternativa descartada de plano por todos los gobiernos.

El presidente colombiano, Álvaro Uribe,
internacionalizó un conflicto local al violar gravemente la soberanía ecuatoriana. Nunca la interesó el diálogo con las FARC y no es novedad que haya recurrido a la violencia. El problema es que esta vez la violencia traspasó el umbral de su Estado. Y por el otro lado, Hugo Chávez reaccionó con un tono belicista mucho mayor que la del principal ofendido: el pueblo ecuatoriano y su presidente Rafael Correa. De esta manera, Chávez volvió a mostrar un costado militar-belicista que contrasta con toda la muñeca política que había exhibido en la exitosa negociación y liberación de los rehenes de las FARC.

Es poco probable una guerra y seguramente no la haya. Pero la disposición de resolver las diferencias entre Estados por medio de la batalla todavía existe en Sudamérica.

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