Por Tomás
Uno de los lugares más importantes a los que apuntó la estrategia electoral de los diferentes candidatos en este año electoral que acaba de terminar fue el imaginario colectivo. Es decir, la imagen social (no necesariamente ficticia) que pretendieron instalar a través de los medios de comunicación masivos, sobre todo la televisión. Este proceso electoral volvió a dejar en claro que la televisión no refleja la política, sino que es una de sus partes constitutivas más importantes. No se puede hacer política por fuera de la televisión.
Tal vez uno de los candidatos que mejor supo aprovechar este dispositivo fue Mauricio Macri. En su momento, su estrategia para llegar a la jefatura de Gobierno porteña consistió en instalarse como una fuerza nueva, centrada en las propuestas. Si bien muy pocos recuerdan cuáles eran estas proposiciones, la campaña comandada por Jaime Durán Barba tuvo como efecto de sentido la idea de que Macri se diferenciaba por sus propuestas (algo que no estamos juzgando en esta nota). Resultó más impactante la enunciación que el enunciado. Es que hoy en día, más que lo que se dice, importa cómo se dice.
Pero no sólo Macri, sino todos los políticos luchan en el campo del imaginario colectivo. Elisa Carrió logró instalarse como una abanderada de la honestidad. Aunque sus rivales también trabajan para acentuar una imagen suya de ingobernabilidad. En cuanto al Gobierno, su construcción opera por comparación con un pasado oscuro. Tanto el “infierno de 2001” como la década del 90 son los enemigos que prefiere enfrentar. El mayor crédito del kirchnerismo radica en el contraste con épocas de crisis, por lo que mientras sus rivales más puedan asociarse a esos momentos, mucho mejor para ellos. En ese contexto, el “enemigo” a medida parecería ser Mauricio Macri.
Por otra parte, Roberto Lavagna hizo énfasis en la capacidad de gestión y el conocimiento técnico, mientras que Alberto Rodríguez Saá apuntó a la identidad peronista. Daniel Scioli pretendió instalar una imagen de seriedad, diálogo y moderación.
Algunos políticos fueron mejores al instalar determinada idea. Otros se confundieron con la imagen que pretendieron transmitir de sí mismos (podría ser el caso de Jorge Telerman, con su estilo excéntrico y afrancesado). Pero nadie quedó fuera del juego. Aunque las elecciones ya hayan terminado, la lucha en el campo del imaginario colectivo todavía continúa.
7 comentarios:
Y así se instaló Cristina, casi sin decir una palabra nos vendieron "al mejor cuadro de los últimos 50 años". Ahí hubo una buena estrategia de marketing, la señora sonriendo, el sol de fondo, ella, cobos y nosotros... el cambio, que nunca se dijo hacia adonde apunta ese cambio, etc.
Un buen trabajo comunicacional que les trajo buenos resultados.
buena la nota.
buena nota. hablas sobre algo que no es tenido muy en cuenta por el "publico en general" o televidentes.
creo que la peor estrategia de todas fue la de lavagna. su imagen se fue diluyendo desde un primer momento (cuando apenas dijo que iba a ser candidato) hasta hoy.
sin dudas: no se puede hacer politica por fuera de la tele.
la tv no refleja, construye
Me causa cierta repulsión íntima la técnica de instalar una imagen positiva (y bastante abstracta, casi emotiva) en el electorado. Preferiría una ciudadanía inteligente pero sin imaginación. Por lo menos según yo lo percibí, López Murphy prescindió de ese método para captar votantes. Me hubiera gustado que supiera promocionarse mejor, pero también me causa satisfacción que no haya hecho proselitismo barato. Yo nunca podría votar a alguien que me toma por débil mental con problemas de identidad, alguien manipulable por cuestiones de imagen.
Se puede hacer política sin televisión.
La vida pasa en las calles, en los colectivos, en los lugares de trabajo, en las plazas, etc.
Los intendentes, por ejemplo, construyen con la ayuda tenue de un TV Cable pedorro.
Pero las presidenciales son otra cosa. Queda tan lejos el Estado Nacional, que sólo es posible verlo por TV.
Los medios son muy buenos para decirnos sobre qué pensar, pero no son efectivos a la hora de decirnos cómo pensar (Agenda Setting).
Es un error asignarle mayor significación al tema. Si no fuera así, Sobisch sería presidente y de Narváez gobernador...
Los medios resignifican nuestra vida cotidiana para hacerla presentable a nosotros mismos. Nada más.
Todos gronchos tiene un poco de razón: de Narváez tuvo una presencia espectacular en los medios y le fue mal, aunque quízás su caudal se constituyó por el total de la gente que lo vio en televisión. De todos modos, no se puede hacer prácticamente nada al margen de la TV.
Todos Gronchos, es cierto que se puede hacer política sin TV, pero como bien indicas, sólo se puede a nivel local. Igual hablaba en términos generales. Lo que quiero decir es que casi no puede pensarse en una acción o movimiento político de magnitud sin tener en cuento su inserción en la tv y los medios. Respecto a lo que comentás sobre Sobisch, creo que su imagen no pudo despegarse del asesinato de Fuentealba. Por suerte, comprar más espacio en TV no implica tener más votos, pero como dice No tan iguales, sin acceso a la TV olvidate de ganar en las grandes ligas...
Pasquín: el ejemplo de Cristina muestra que se puede contruir política en TV sin decir una palabra...
Gonza: estoy de acuerdo en que Lavagna no logró seducir por su falta de carisma...
Claude Contin: creo que el problema de López Murphy no fue sólo de estrategia comunicacional, sino también de estrategia electoral propiamente dicha, sobre todo por sus idas y vueltas con Macri y Carrió.
Gracias por comentar, prometo visitar sus blogs cuando terminen estos días plagados de parciales..
Tomás
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