miércoles, 18 de abril de 2007

La violencia viene de adentro


por Tomás Rudich

Imposible no hacer referencia a la masacre ocurrida el lunes en el campus de la Universidad Politécnica de Viriginia, Estados Unidos, en la que un estudiante surcoreano de 23 años anduvo a los disparos por aulas y pasillos, y mató a 32 personas e hirió al menos a otras 15. Todos los diarios argentinos e internacionales vuelven a poner en primera plana una matanza en un centro educativo de los Estados Unidos. Otra vez aparecen gobernantes que envían sus condolencias y expresan su pesar. Otra vez todo tipo de especialistas opinan sobre las complejas causas por las que estos hechos se repiten cada cierto tiempo. Y otra vez volverán a aparecer documentales e investigaciones que intentarán explicar a una sociedad violenta y recordarán otras tragedias del mismo tipo ocurridas en Michigan, Texas, Columbine y Pennsylvania.

Frente a tanta información, ¿qué podemos agregar en este blog?

En primer lugar refrescar algunos datos que podrían ayudar a entender el problema. Según publica en su edición del martes el diario español El País, casi la mitad de las familias estadounidenses guardan en sus casas al menos un rifle o pistola para protegerse de posibles agresores. Hay más de 190 millones de armas de fuego en manos privadas. Y uno de cada tres estadounidenses mayores de edad posee legalmente un arma. Todo amparado por la segunda Enmienda de la Constitución local, que desde las luchas de la independencia de fines del S XVII establece: "Una milicia bien regulada es necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a guardar y poseer armas no puede ser violado". Si bien se puede considerar que se trata de una norma que corresponde a otro contexto histórico, la Corte Suprema de los Estados Unidos nunca dio lugar a esta interpretación. Incluso el propio presidente George W. Bush ha repetido en varias ocasiones que no se puede restringir el derecho de llevar armas que cada persona tiene.

En otras palabras, la sociedad estadounidense está armada en extremo bajo el argumento de que cada persona tiene derecho a defenderse por su cuenta. Se trata de una concepción anárquica que dista del liberalismo político que allí se predica, pero que se corresponde con la visión individualista que predomina en los Estados Unidos. Es que la justicia y la seguridad son funciones que le corresponden al Estado. No se puede ajusticiar a mano propia al estilo del Far West, como si todo fuera “ojo por ojo” y “diente por diente”, muchos menos en un país que dice ser el Estado liberal democrático por excelencia. No debería ser legal la portación de armas fuera de las funciones de policía, salvo excepciones que lo ameriten. El monopolio legal de la violencia física se supone que explica la propia existencia del Estado, según la clásica definición del sociólogo Max Weber.

Con respecto a la matanza en Virginia se podría argumentar que hay otras causas que motivan este tipo de acciones, como por ejemplo la teoría de que se trata de un drama pasional, interpretación difundida por el Gobierno tras la masacre. Es cierto, pero la portación de armas de fuego es condición indispensable para que una matanza de tales magnitudes pueda llevarse a cabo. Por eso, la medida que podría ser más efectiva para reducir la violencia en el corto plazo es el desarme. A pesar de ello, algunos especialistas dicen que las causas son más complejas y critican de simplistas a los que consideran que las armas explican la totalidad del fenómeno. Es que proponer el desarme parece simplista porque efectivamente es simple comprender que disminuir la circulación de armas reduce la violencia. Nadie duda que hay otros factores que explican esta situación, pero no se puede negar la estrecha relación entre armas y muerte.

Sin embargo, el lobby del complejo industrial militar y de grupos ligados al Partido Republicano que defienden el derecho a la posesión de armas - como la Asocación Nacional de Rifle (NRA)-, no han permitido que iniciativas tendientes al desarme prosperen. De hecho, la última ley de este tipo fue aprobada en tiempos de Bill Clinton, en 1994, aunque sólo se limitaba a la prohibición de 19 modelos específicos de armas de guerra.

En definitiva, la matanza en la universidad de Virginia muestra que los aumentos en los gastos militares y de seguridad dispuestos por el Gobierno de George W. Bush para contener ataques terroristas del exterior, no contemplan un pequeño detalle: es en el interior de la sociedad estadounidense donde se engendra la violencia.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comento sólo porque Tomás me obligó...jeje
Está muy bueno lo que hicieron...no me sorprende...
sigan adelante muchachitos!!
saludos,
Melina

Anónimo dijo...

me parece quedo explicitado lo fundamental: la gran contradiccion de la sociedad norteamericana , su gran poderio por un lado y por otro su inmensa vulnerabilidad y debilidad al tener que armarse tanto para adentro como para el afuera.
Laura