martes, 8 de mayo de 2007

Un giro conservador en Francia y Europa

Por Tomás Rudich

En Europa parece desarrollarse un proceso inverso al de nuestra región. Mientras en varios países de América Latina ascienden gobiernos orientados hacia la izquierda del espectro político, en Europa las principales potencias realizan un giro conservador. La victoria de Nicolas Sarkozy sobre la socialista Segolene Royal en las elecciones presidenciales en Francia no hace más que reforzar la tendencia.

La sociedad francesa esperaba un cambio en estas elecciones, tras doce años de estancamiento económico y altos niveles de desempleo bajo el mando de Jacques Chirac. A pesar de haber sido ministro del Interior del último gobierno, los franceses vieron en Sarksozy un símbolo de renovación. Tal vez su apelación a la “grandeza perdida de la nación francesa”, y las ideas de progreso, orden y seguridad -en un discurso que con frecuencia ralla la xenofobia- le hayan permitido crear esa imagen.

Si bien las diferencias entre izquierda y derecha en Europa no suelen ser de fondo, en este caso el acceso de Sarkozy a la presidencia representa un peligro tanto para el Estado Benefactor francés como para los inmigrantes de origen magrebí. Basta recordar que calificó a estos últimos de “gentuza” y “escoria” en ocasión de los levantamientos que se realizaron en los suburbios de Paris y otras ciudades en 2005.

El programa económico del futuro presidente contendrá, a grandes rasgos, los clásicos ingredientes liberales: flexibilización laboral, ajuste del gasto público, límites al impuesto a las ganancias y reducción de los derechos sindicales. A ello Sarkozy le agrega una política de mano durísima con la delincuencia, y de tolerancia cero con los inmigrantes, ya que según sus palabras, Francia debe pasar de "sufrir la inmigración a escogerla en función de las necesidades de la economía”. Para muchos franceses, una versión educada del ultraderechista Jean Marie Le Pen. Eso dependerá del margen de maniobra que pueda llegar a obtener en las elecciones legislativas del próximo mes.

Pero Francia no es un caso aislado en Europa. El predominio de liberales y conservadores frente a los partidos socialdemócratas se está convirtiendo en una tendencia en las potencias del continente. En Alemania, otro de los países que siempre se caracterizó por tener un amplio Estado Benefactor, la Democracia Cristiana de la canciller Angela Merkel reemplazó hace dos años al Partido Socialdemócrata del ex primer mandatario Gerard Schröder. El cobro de aranceles en universidades públicas es una de las medidas que ilustran el achicamiento del histórico Estado social alemán.

En Inglaterra todavía gobiernan los laboristas, una fuerza supuestamente progresista. Sin embargo, están perdiendo poder desde la impopular Guerra en Irak, y en la próxima semana se espera la renuncia del primer ministro Tony Blair luego de diez años de Gobierno. Su sucesor sería otro laborista: Gordon Brown. Al acecho están los conservadores, que esperan una oportunidad que podría llegar pronto.

Otro país gobernado por conservadores –aunque en una dosis extrema – es Polonia. Allí unos gemelos ultranacionalistas de apellido Kaczyński ocupan los cargos de primer ministro y presidente. Su obsesión es la “renovación moral” del país, con el objetivo de “liberar” a la nación de homosexuales, comunistas y “traidores”.

Las administraciones de Rodríguez Zapatero en España y de Prodi Italia son algunas de las excepciones al giro conservador en Europa. Pero en el caso italiano se trata de un gobierno debilitado, ya que no tiene una clara mayoría parlamentaria.

Si bien el mosaico político en Europa es demasiado grande como para considerarlo retrógrado, hay un dato que grafica la tendencia: este año se creó en el Parlamento Europeo un bloque de diputados de ultraderecha. El ingreso de Rumania a la Unión Europea permitió el armado de un grupo de 20 eurodiputados, que incluye a siete integrantes del Frente Nacional de Le Pen y a una nieta de un tal Benito Mussolini.

Por supuesto que esto no quiere decir que el fascismo esté en ciernes sobre Europa, ni mucho menos. Puede que se trate de una reacción nacionalista coyuntural frente a los grandes flujos migratorios provenientes de África y de las nuevas repúblicas de Europa Oriental. De cualquiera manera, es una tendencia a tener en cuenta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En cualquier momento los hermanitos rumanos vienen por nosotros. A cuidarse. Por su parte, el diario La Nación, en su tapa de hoy amenaza: "Otra avalancha de ilegales en Europa". Por supuesto,los ilegales son inmigrantes.

Muy buena la nota y muy buena la página.
Gabriel, 15/5/07