Por MPDP
A Mauricio Macri le funcionó muy bien, pero él no gobernaba. Cristina Fernández de Kirchner tendría que dejar de hacer la plancha y trabajar más de lo que imagina para convertirse en la primera presidenta electa de la historia argentina. Sucede que el Gobierno se ve alterado cada vez más a menudo por escándalos y posibles actos de corrupción que involucran a funcionarios y erosionan el grado de apoyo de la sociedad.
A Mauricio Macri le funcionó muy bien, pero él no gobernaba. Cristina Fernández de Kirchner tendría que dejar de hacer la plancha y trabajar más de lo que imagina para convertirse en la primera presidenta electa de la historia argentina. Sucede que el Gobierno se ve alterado cada vez más a menudo por escándalos y posibles actos de corrupción que involucran a funcionarios y erosionan el grado de apoyo de la sociedad.
Sin perder de vista que se trata de un año de campaña, la última etapa de gestión se ve contaminada por las sospechas que provocan el interminable conflicto de Santa Cruz, Skanska, Miceli, Piccolotti, Uberti y la crisis del Indec. Casi siempre Kirchner demostró reflejos. Con excepción de la denuncia sobre el manejo de los fondos públicos que hace la Secretaria de Medio Ambiente, todos ellos terminaron con funcionarios eyectados de sus cargos.
Si bien es cierto que la profusa difusión que ha tenido cada uno de los casos obedece a la presión que quieren ejercer los dueños de los medios y los grandes grupos económicos para “marcarle la cancha” a la casi segura ganadora, también lo es que todos los incidentes mencionados parten de una base de mayor o menor verdad. Y ese debe ser el principal dolor de cabeza de la candidata.
Por el contrario, Elisa Carrió, la abanderada de las denuncias y pronósticos apocalípticos, se debe sentir en la gloria. Unos meses antes de las elecciones es sospechosamente sometida a juicio de calumnia e injurias por acusar a un empresario pesquero relacionado con el poder oficial de matar a otro. Nada bueno puede salir de ese juicio para los Kirchner.
Si Carrió es absuelta, significa que la justicia interpreta que sus dichos son verdaderos. De esta forma, la candidata de la Coalición Cívica ganará en credibilidad y su inagotable andanada de denuncias serán leídas como ciertas, sin importar si lo son. En cambio, si es condenada, su imagen será asociada a la de una mártir política perseguida por pensar distinto. Cualquiera de los resultados le daría mayor exposición mediática. Además, su posible alianza con López Murphy podría hacer crecer su intención de voto para despegarse del resto de los candidatos de la oposición y estar más cerca del ballotagge. Roberto Lavagna tampoco debe estar muy contento con las buenas nuevas.
Pero la senadora Fernández esgrime legítimos argumentos para defender su aspiración a obtener el sillón presidencial. El crecimiento económico a tasas chinas durante los últimos cinco años, la disminución de la pobreza en más de 25 puntos, la reducción del desempleo hasta un dígito, la negociación con los bonistas extranjeros, el pago al FMI, la política de Derechos Humanos, la estimulación del consumo interno –hoy equivale a más de dos tercios del PBI-, la renovación de la Corte, la decisión de fomentar la integración regional en oposición al ALCA, y el congelamiento en las tarifas de servicios públicos son parte de los motivos por los cuales lidera las encuestas con holgura.
Sin embargo, para no sufrir sobresaltos debería explicar que políticas concretas aplicará en temas que preocupan y afectan a la sociedad. Así las cosas, tendría que develar sus planes para modificar la distribución de la riqueza –una deuda pendiente de esta gestión-, mejorar los servicios públicos, combatir el trabajo en negro –aunque se redujo más de diez puntos, es del 40 por ciento-, normalizar la actuación del Indec y transparentar los procesos de financiación de las obras públicas.
La solidez intelectual y política de la candidata le permitiría explayarse sin dificultades sobre los problemas mencionados. La sociedad evoluciona en sus demandas y todos los candidatos deberían dar respuestas a los nuevos reclamos. Si Cristina lo hace, nada podrá detener su marcha a la Rosada.
1 comentario:
Si Cristina deja de hacer la plancha pone en serio riesgo su triunfo en primera vuelta.
Los casos de corrupción y violencia son indefendibles y ella tiene que estar lo más alejada posible.
Ahora la van a mandar de viaje, por lo menos seguro se viene una visita a Lula, reportajes cuidados en Clarín y Página y después a cuarteles hasta el 28/10.
Si habla la embarra.
Lo que si podría hacer es pasar de vez en cuando por el Senado, ya que le pagamos el sueldo todavía.
Al menos que la gente la vea calentando la banca.
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